Estoy en la ducha. Los azulejos color beige, el
vapor, el miedo. Escucho gritos y
golpes, pero no estoy seguro de la veracidad de la connotación que le doy a
esos hechos en mi cabeza. Creo que es una discusión y que el desenlace puede
ser trágico. ¿la va a matar a mí vieja? Criarse con un padre violento y que
suele tomar mucho alcohol por las noches, no parece ser el ámbito más propicio
para un niño. Bañarme por las noches implicó durante toda mi infancia un
momento donde estaba todo planificado a la perfección: a puerta del baño un
poco abierta para tener el control de lo que estaba pasando afuera, llamar a mí
mamá a cada rato para asegurarme de que estaba viva y el tiempo que pasaba bajo
la ducha. Este último punto siempre fue un problema, porque me gusta bañarme
durante mucho tiempo.
El
olor a vino y a whisky que emana de su boca, de su piel. La respiración
acelerada. El color rojo de la cara de mi papá y una sensación de que sus ojos
estaban por explotar. En la adolescencia empecé a tomar alcohol y es algo que
hice durante muchos años de mi vida. Actualmente también lo hago, pero mi
organismo no tolera que tome la cantidad
que ingería antes. Mis amigos de la secundaria tomaban alcohol solo para
emborracharse, no les importaba el sabor. Siempre sentí que era distinto en
eso. Me encanta el sabor de las bebidas alcohólicas, pero sobre todo el vino y
la combinación que puede tener con determinadas comidas. Mi viejo me hacía oler
un poco el corcho para que me acostumbre. A mi papá le encantaba ir al
"café" durante la tarde y cenar en bodegones. Hasta los 16 años yo odiaba
ir a esos lugares, aunque un poco me gustaba esa sensación de estar entre
adultos siendo el único menor. Pero lo que realmente no me gustaba, era que mis
amigos jugaban en la plaza mientras yo estaba en un bar "gris" con un
grupo de viejos. Aunque debo ser sincero. Me agradaba como era mí papa en esos
lugares. Estaba contento, hacía chistes y las personas lo querían mucho. Por lo
tanto, algo divertido encontraba en pasar toda
la tarde en un bar deprimente.
Hoy
disfruto los bares
o en cantinas. Odio estar en mí casa, salvo a la noche. Incluso ahora estoy en el bar de la facultad
de Filosofía y Letras - Púan para los habitúes - escribiendo esto. Me recibí de profesor de Historia hace poco
tiempo. Creo que estudié esta carrera por mi "nono". Él fue a la
Segunda Guerra Mundial y estuvo durante cuatro años en el norte de África.
Durante horas me hablaba de la guerra y, como
un emulador del personaje de Roberto Benigni en La Vida es Bella, me hizo creer que era algo divertido. Mi familia
está atravesada por las grandes tragedias del siglo XX. Mi abuelo paterno y mi
bisabuelo materno fueron a la Primera Guerra Mundial, mientras que mi
"nono" fue a la Segunda. Mi vieja y mis cuatro abuelos llegaron en
barco a Buenos Aires entre 1920 y 1950.
Yo sueño con vivir durante un tiempo en algún país Europeo, pero todavía
no se cuanto lo toleraría.
Mi
novia estudia Artes en Púan y trabaja en el bar de la facultad. Nos conocimos
hace más de 4 años en el patio. Yo estaba borracho y le pedí que me enseñara un
paso de baile que estaba haciendo. A la media hora estábamos en su
departamento. Ella Ahora está barriendo el piso y pasando el trapo en el
bar que está ubicado en el subsuelo de la facultad. El día que nos conocimos
también barrió el piso de su casa y pasó el trapo. Se iba a la ciudad donde
vive su familia y quería dejar limpio su departamento.
Hace
dos horas que estoy en el bar de la facultad, que está tomada por los
estudiantes hace tres semanas. hay algunos murales lindos, pero el lugar es
bastante feo. Tiene luces blancas, frías y eso me deprime. Siempre que voy a
una casa de electricidad, le reitero a la persona que me atiende que quiero
luces de color cálido y, en lo posible, que sean tenues. No me gusta que se vea
demasiado. Se notan mucho los errores.
Hace algunos días que tengo nauseas. Desde el
domingo, más precisamente. Fuimos con mi novia
a visitar a mi vieja, que todavía vive en el departamento donde me crie,
y comimos un budín de coco con dulce de
leche. Lo comí tan rápido que me dio asco. La primera vez que sentí asco de
algo dulce, fue cuando cociné una torta de dulce de leche en la casa de mis
nonos y aproveché para comerla cuando ellos se fueron a dormir la siesta. El
dulce de leche todavía estaba caliente y mis abuelos me lo advirtieron. Si hay
algo que me caracteriza es la ansiedad y la falta de paciencia. Cuando una
comida me gusta, me acelero tanto que necesito comer un pedazo tras otro sin
parar. Hace algunos años empecé a tener
problemas estomacales, que me obligaron a cambiar mí dieta. Todos los alimentos
me "hinchan" y suelo tener ganas de eructar durante todo el día. Soy
flaco pero tengo la panza como una pelota. Mi papá era igual. Su panza a punto
de explotar, turgente y desconectada de la delgadez del resto de su cuerpo.
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