martes, 12 de febrero de 2019

Miedo


Estoy en la ducha. Los azulejos color beige, el vapor, el miedo.  Escucho gritos y golpes, pero no estoy seguro de la veracidad de la connotación que le doy a esos hechos en mi cabeza. Creo que es una discusión y que el desenlace puede ser trágico. ¿la va a matar a mí vieja? Criarse con un padre violento y que suele tomar mucho alcohol por las noches, no parece ser el ámbito más propicio para un niño. Bañarme por las noches implicó durante toda mi infancia un momento donde estaba todo planificado a la perfección: a puerta del baño un poco abierta para tener el control de lo que estaba pasando afuera, llamar a mí mamá a cada rato para asegurarme de que estaba viva y el tiempo que pasaba bajo la ducha. Este último punto siempre fue un problema, porque me gusta bañarme durante mucho tiempo.
            El olor a vino y a whisky que emana de su boca, de su piel. La respiración acelerada. El color rojo de la cara de mi papá y una sensación de que sus ojos estaban por explotar. En la adolescencia empecé a tomar alcohol y es algo que hice durante muchos años de mi vida. Actualmente también lo hago, pero mi organismo no  tolera que tome la cantidad que ingería antes. Mis amigos de la secundaria tomaban alcohol solo para emborracharse, no les importaba el sabor. Siempre sentí que era distinto en eso. Me encanta el sabor de las bebidas alcohólicas, pero sobre todo el vino y la combinación que puede tener con determinadas comidas. Mi viejo me hacía oler un poco el corcho para que me acostumbre. A mi papá le encantaba ir al "café" durante la tarde y cenar en bodegones.  Hasta los 16 años yo odiaba ir a esos lugares, aunque un poco me gustaba esa sensación de estar entre adultos siendo el único menor. Pero lo que realmente no me gustaba, era que mis amigos jugaban en la plaza mientras yo estaba en un bar "gris" con un grupo de viejos. Aunque debo ser sincero. Me agradaba como era mí papa en esos lugares. Estaba contento, hacía chistes y las personas lo querían mucho. Por lo tanto, algo divertido encontraba en pasar toda  la tarde en un bar deprimente.
            Hoy disfruto los bares o en cantinas. Odio estar en mí casa, salvo a la noche.  Incluso ahora estoy en el bar de la facultad de Filosofía y Letras - Púan para los habitúes - escribiendo esto.   Me recibí de profesor de Historia hace poco tiempo. Creo que estudié esta carrera por mi "nono". Él fue a la Segunda Guerra Mundial y estuvo durante cuatro años en el norte de África. Durante horas me hablaba de la guerra y, como  un emulador del personaje de Roberto Benigni en La Vida es Bella, me hizo creer que era algo divertido. Mi familia está atravesada por las grandes tragedias del siglo XX. Mi abuelo paterno y mi bisabuelo materno fueron a la Primera Guerra Mundial, mientras que mi "nono" fue a la Segunda. Mi vieja y mis cuatro abuelos llegaron en barco a Buenos Aires entre 1920 y 1950.  Yo sueño con vivir durante un tiempo en algún país Europeo, pero todavía no se cuanto lo toleraría.
            Mi novia estudia Artes en Púan y trabaja en el bar de la facultad. Nos conocimos hace más de 4 años en el patio. Yo estaba borracho y le pedí que me enseñara un paso de baile que estaba haciendo. A la media hora estábamos en su departamento. Ella  Ahora está  barriendo el piso y pasando el trapo en el bar que está ubicado en el subsuelo de la facultad. El día que nos conocimos también barrió el piso de su casa y pasó el trapo. Se iba a la ciudad donde vive su familia y quería dejar limpio su departamento.
            Hace dos horas que estoy en el bar de la facultad, que está tomada por los estudiantes hace tres semanas. hay algunos murales lindos, pero el lugar es bastante feo. Tiene luces blancas, frías y eso me deprime. Siempre que voy a una casa de electricidad, le reitero a la persona que me atiende que quiero luces de color cálido y, en lo posible, que sean tenues. No me gusta que se vea demasiado. Se notan mucho los errores. 
Hace algunos días que tengo nauseas. Desde el domingo, más precisamente. Fuimos con mi novia  a visitar a mi vieja, que todavía vive en el departamento donde me crie, y  comimos un budín de coco con dulce de leche. Lo comí tan rápido que me dio asco. La primera vez que sentí asco de algo dulce, fue cuando cociné una torta de dulce de leche en la casa de mis nonos y aproveché para comerla cuando ellos se fueron a dormir la siesta. El dulce de leche todavía estaba caliente y mis abuelos me lo advirtieron. Si hay algo que me caracteriza es la ansiedad y la falta de paciencia. Cuando una comida me gusta, me acelero tanto que necesito comer un pedazo tras otro sin parar. Hace algunos años empecé a  tener problemas estomacales, que me obligaron a cambiar mí dieta. Todos los alimentos me "hinchan" y suelo tener ganas de eructar durante todo el día. Soy flaco pero tengo la panza como una pelota. Mi papá era igual. Su panza a punto de explotar, turgente y desconectada de la delgadez del resto de su cuerpo.

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